El 17 de mayo se celebró el Día de Internet, publicándose algunos datos sobre nuestra desastrosa situación respecto al despliegue y desarrollo de dicho sistema de comunicación e información. Según la OCU, no sólo somos uno de los países europeos con conexión de banda ancha más caros sino que, además, las velocidades servidas y el servicio de conexión son menores y de peor calidad.
Según lo que he podido saber, hay zonas con cobertura completa de banda ancha, donde los usuarios tienen serios problemas de conexión muchos días de la semana o en determinadas horas del día, simplemente por los cupos establecidos para atender una demanda creciente, que las compañías resuelven mediante desconexiones momentáneas o temporales.
Los resultados del estudio, realizado mediante el análisis de los datos de 150 operadores en Francia, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Alemania, Portugal, Italia y España sobre tarifas vigentes en marzo de 2007, muestran que en todos los países es posible contratar paquetes combinados más económicos y con velocidades más elevadas que en España (ocupamos el puesto 17 de los 25 países de la UE en cuanto al uso de Internet, por detrás de Malta).
Nuestro sistema de Internet padece un retraso sustancial que sólo cabe atribuir a un intervencionismo administrativo ineficiente y al mantenimiento de posiciones de dominio, cuando no de monopolios de facto, plasmados en leyes y normas que afectan al conjunto de las cuestiones tecnológicas y que son contrarias al interés general. Los distintos Gobiernos han buscado beneficiar a determinados grupos o empresas y repartir prebendas –con algún disimulo–, en lugar de asegurar la universalidad y calidad del servicio y, sobre todo, su seguridad. De aquí nuestra posición tan deficiente actual.
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